Introducción
Cada día las personas en cualquier parte del mundo toman un
sinnúmero de decisiones, estas pueden ser acertadas o no. Es decir, estas “decisiones” que toman pueden
conducirlos a la felicidad o al
sufrimiento.
Desde niños sin darnos cuenta, muchas veces nuestros padres
se hicieron cargo de tomar ciertas decisiones por nosotros, desde escoger la
ropa que vestiríamos, la comida, la escuela, en fin, decisiones muy
importantes, que de alguna manera dejaron una huella en nuestra vida de manera
positiva o negativa.
Años más tardes, después quizás de los dieciocho años o más
decidimos salir a vivir a otro lugar para continuar nuestros estudios de
bachillerato o de la universidad, y en estos casos, fue necesario que nosotros
mismos, nos hiciéramos responsables de tomar nuestras propias decisiones.
Para tomar una decisión, se requiere un conjunto de datos o
información para saber que realmente tendremos éxito en lo que escogemos o
determinamos hacer.
En nuestra existencia no hay nada (decisión), que no tenga
una consecuencia de manera inmediata o a un mediano plazo. Tarde que temprano
cualquier decisión, que no estuvo bien fundada nos dará su resultado, siendo
este positivo para bien o negativo que puede afectar de manera inmediata,
nuestra vida en alguno de nuestros ámbitos.
Las decisiones que tomamos a diario pueden
conducirnos a un estado de felicidad o
de angustia y dolor. Cada persona con sus actitudes y tipos de
pensamientos, afecta de manera importante sus decisiones y su calidad de vida.
Hijo mío, está atento a mis palabras; inclina tu oído a mis
razones. No se aparten de tus ojos; guárdalas
en medio de tu corazón; porque son vida a los que las hallan, y medicina a todo
su cuerpo. (Proverbios
4: 20-22).
Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él
mana la vida. (Proverbios
4: 23).
Examina la senda de tus pies, y todos tus caminos sean
rectos. No te desvíes a la derecha ni a la izquierda; aparta tu pie del mal. (Proverbios 4: 26-27).
Hijo mío, está atento
a mi sabiduría, y a mi inteligencia inclina tu oído, para que guardes
consejo, y tus labios conserven la ciencia. (Proverbios 5: 1-2).
Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia; no te olvides ni te apartes de las
razones de mi boca; no la dejes, y ella te guardará; amala, y te conservará.
Sabiduría ante todo;
adquiere sabiduría; y sobre todas tus posesiones adquiere inteligencia. Engrandécela, y ella te
engrandecerá; ella te honrará, cuando tú la hayas abrazado. (Proverbios 4: 7-8).
Porque los caminos del hombre están ante los ojos de Jehová,
y él considera todas sus veredas. (Proverbios 5: 21).
Porque el mandamiento es lámpara, y la enseñanza es luz, y
camino de vida las reprensiones que te instruyen. (Proverbios 6: 23).
Guarda mis mandamientos y vivirás, y mi ley como las niñas de
tus ojos. Lígalos a tus dedos; escríbelos
en la tabla de tu corazón. (Proverbios 7: 2-3).
El corazón alegre hermosea el rostro; más por el dolor del
corazón el espíritu se abate.
El corazón entendido
busca la sabiduría;
más la boca de los necios se alimenta de necedades.
Todos los días del afligido son difíciles; más el corazón
contento tiene un banquete continuo. (Proverbios 15: 13-15).
El que tiene en poco la disciplina menosprecia su alma; más
el que escucha corrección tiene entendimiento.
El temor de Jehová es enseñanza de sabiduría; y a la honra
precede la humildad. (Proverbios
15: 32-33).
Del hombre son las
disposiciones del corazón; más de Jehová es la respuesta de la lengua. Todos los caminos del hombre son
limpios en su propia opinión; pero Jehová
pesa los espíritus.
Encomienda a Jehová tus obras, y tus pensamientos serán
afirmados. (Proverbios
16: 1-3).
El hijo sabio alegra al
padre; mas el hombre
necio menosprecia a su madre. (Proverbios 15: 20).
La lengua apacible es árbol de vida; más la perversidad de
ella es quebrantamiento de espíritu. (Proverbios 15: 4).
A continuación adjuntamos una descripción de un excelente
libro que nos permite guiar nuestra vida de la mejor manera, y con esto
aseguramos un mayor éxito en todas nuestras actividades diarias.
Libros de la
Biblia y sus grandes consejos para vivir una vida cerca de Jehová
El libro de Deuteronomio
cuenta con 34 capítulos en los cuales podemos encontrar grandes las bendiciones
y las maldiciones que cada persona, o en su familia, tendrán que vivir y
disfrutar si las obras de cada uno han sido conforme a los pensamientos y
caminos de Jehová. Comienza en la página 250 y termina en la 302, por tanto, son 97 páginas.
En el libro de Jueces
(este cuenta con 21 capítulos. Comienza en la página 341 y termina 379, por
tanto, son 38 páginas) encontramos
la descripción de la forma de gobierno durante 300 o 400 años, y en estos
libros siguientes, como son 1 Samuel (este libro cuenta con 31 capítulos) y 2
Samuel (este libro cuenta con 24 capítulos) se describen y detalla, la unción
de que fuera el primer rey (Saúl), y asimismo también a David.
El libro de salmos como todos saben tiene 145 capítulos
(tiene 129 páginas: de la página 762 a 891), y en cada uno de ellos, se encuentra
una gran sabiduría para momentos difíciles, según la situación que cada uno de
nosotros este pasando en su vida. Desde
angustia, desesperación, temor, ansiedad, abatimiento por alguna acciones que
nos afectó. En fin cada una de las situaciones que estemos pasando, aquí en
estos Salmos encontraremos refrigerio y será como Bálsamo para nuestra alma y
espíritu (emociones y pensamientos).
El libro de Proverbios tiene 40 páginas, de la página 894 a
924. En este libro se habla de la sabiduría, la inteligencia y la ciencia. Otro
libro escrito por Salomón, es Eclesiastés este libro tiene 12 páginas, de la
página 935 a 947. Nos habla de las Vanidades y de todo cuanto hace el hombre
mientras vive.
En el libro de 1 Reyes capítulo 17 al capítulo 21 se habla
del profeta Elías. Este profeta y Eliseo vivieron en el año 852 a.C. años
después Homero el escritor griego, escribió la Ilíada y la Odisea en el año 800
a.C., una obra muy famosa aun hoy en nuestros días, como parte de la literatura
universal.
En el libro de 2 Reyes capítulo 20, Jehová le dice a Isaías
que ha escuchado la oración de Ezequías por la enfermedad que estaba padeciendo
y gracias a la oración de este profeta la sombra retrocedió diez grados. (2
Reyes 20:1-11).
En aquellos días Ezequías cayó enfermo de muerte. Y vino a él
el profeta Isaías hijo de Amoz, y le dijo: Jehová dice así: Ordena tu casa,
porque morirás, y no vivirás.
Entonces él volvió su rostro a la pared, y oró a Jehová y
dijo: Te ruego, oh Jehová, te ruego que hagas memoria de que he andado delante
de ti en verdad y con íntegro corazón, y que he hecho las cosas que te agradan.
Y lloró Ezequías con gran lloro.
Y antes que Isaías saliese hasta la mitad del patio, vino
palabra de Jehová a Isaías, diciendo: Vuelve, y di a Ezequías, príncipe de mi
pueblo: Así dice Jehová, el Dios de David tu padre: Yo he oído tu oración, y he
visto lágrimas; he aquí que yo te sano, al tercer día subirás a la casa de
Jehová.
Y añadiré a tus días quince años, y te libraré a ti y esta
ciudad de mano del rey de Asiria; y ampararé esta ciudad por amor a mí mismo, y
por amor a David mi siervo. Y dijo Isaías: Tomad masa de higos, y tomándola, la
pusieron sobre la llaga y sanó. (2 Reyes 20: 1-7).
El profeta Isaías vivió en el año 740 a.C., los profetas Amós
(760), Oseas (755), Jonás (760) y Miqueas (735) fueron contemporáneos de
Isaías.
Mientras que de Jeremías, vivió en el año 627 a.C., y fue
contemporáneo de Habacuc quién vivió en el año 607 a.C., y de Joel 600 a.C., el
profeta Nahúm (620) y Sofonías vivió en el año 630 a.C.
El profeta Joel vivió en el año 600 a.C., y fue contemporáneo
de Daniel (605) y Ezequiel quien vivió en el año 595 a.C., y los profetas Hageo
(520), Zacarías (520) y Malaquías vivió en el año 450 a.C.
Como podemos apreciar, en cada uno de los 66 libros que
forman parte de la Biblia. Recordemos que en el antiguo testamento hay 39
libros, y en el nuevo testamento hay 27 libros.
En cada uno de ellos vienen historias, que acontecieron en el
pueblo de Israel como fue la población de Judá y Jerusalén, y a través de las
experiencias de ellos, podemos aprender a identificar que tenemos que hacer, y
cómo debemos de acercarnos a Jehová Dios.
No saben ni entienden; porque cerrados están sus ojos para no ver, y su
corazón para no entender. Esto se habla sobre la insensatez de la idolatría en
el libro de Isaías capítulo 44, y versículo 18.
El herrero toma la tenaza trabaja en las
ascuas, le da forma con los martillos, y trabaja en ello con la fuerza de su
brazo; luego tiene hambre, y le faltan las fuerzas; no bebe agua, y se desmaya.
El carpintero tiende la regla, lo señala con
almagre, lo labra con los cepillos, le da figura con el compás, lo hace en
forma de varón, a semejanza de hombre hermoso, para tenerlo en casa.
[…], y hace del sobrante un dios, un ídolo suyo; se postra
delante de él, lo adora, y le ruega diciendo. Líbrame, porque mi dios eres tú. (Isaías 44: 9-20).
La falta de sabiduría en el hombre hace que constantemente
cometa errores que pueden afectar su calidad de vida, y a su familia.
En estos versículos apreciamos que durante más de dos mil
años antes de Cristo, el pueblo hebreo adoptaron una conducta similar a los
pueblos vecinos, y principalmente practicaron las costumbres y las tradiciones
del pueblo egipcio, y una vez que entraron a la tierra de Canaán continuaron con
estas prácticas las cuales trajeron consecuencias muy graves constantemente, y
ocasionó la muerte de muchos de ellos, y un enfrentamiento continuo con los
demás pueblos vecinos.
Por eso debemos de buscar hasta donde sea posible la
sabiduría principalmente la de Jehová Dios, y aprender a través de las
experiencias de este pueblo hebreo que constantemente se desvió del camino que
les trazo Jehová Dios a través de los profetas y maestros de la ley, sin
embargo, el corazón de ellos siempre anduvo en imaginaciones y no se dieron
cuenta del grave problema de no hacer una apropiada decisión en cada momento de
su vida.
La sabiduría, la inteligencia y el discernimiento son grandes herramientas para aquel
que las busca, sin cesar cada día de su vida, y sobre todo, cuando busca el
rostro de Jehová nuestro Dios.
Por ello, en el libro de Proverbios se cita lo siguiente: Instruye al niño en su camino y aun cuando
fuere viejo no se apartará de él. (Proverbios 22: 4).
EL PODER DE LA UNCIÓN Y
DE LA FE
Y entraron en Capernaúm; y los días de reposo, entrando en la
sinagoga, enseñaba. Y se admiraban de su doctrina; porque enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.
Pero había en la sinagoga de ellos, un hombre con espíritu inmundo, que dio voces, diciendo: ¡Ah! ¿Qué
tienes con nosotros Jesús nazareno? ¿Has venido para destruirnos? Sé quién eres, el Santo de Dios.
Pero Jesús le reprendió, diciendo: ¡Cállate y sal de él! Y el espíritu inmundo, sacudiéndole con
violencia, y clamando a gran voz, salió de él.
Y todos se asombraron, de tal manera, que discutían entre sí,
diciendo: ¿Qué es esto? ¿Qué nueva doctrina es esta, que con autoridad manda aun a los espíritus inmundos, y le obedecen?
Y muy pronto se difundió su fama por toda la provincia alrededor de Galilea. (Marcos 1: 21-28).
Cuando llegó la noche, luego que el
sol se puso, le trajeron todos los que
tenían enfermedades, y a los endemoniados; y toda la ciudad se agolpó a la
puerta.
Y sanó a muchos que
estaban enfermos de diversas enfermedades, y echó fuera muchos demonios; y no
dejaba hablar a los demonios, porque le conocían.
Levantándose muy de mañana, siendo
aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba. (Marcos 1: 32-35).
Vino a él un leproso, rogándole; e hincada la rodilla, le
dijo: Si quieres, puedes limpiarme. Y Jesús, teniendo misericordia de él,
extendió la mano y le tocó, y le dijo: Quiero, sé limpio. Y así que él hubo
hablado, al instante la lepra se fue de aquél, y quedo limpio. (Marcos 1: 40-42).
Más Jesús se retiró al mar con sus discípulos, y le siguió
gran multitud de Galilea, y de Judea, de Jerusalén, de Idumea, del otro lado
del Jordán, y de los alrededores de Tiro y de Sidón, oyendo cuán grandes cosas
hacía, grandes multitudes vinieron a él.
Y dijo a sus discípulos que le tuvieses siempre lista la
barca, a causa del gentío, para que no le oprimiesen. Porque había sanado a
muchos; de manera que por tocarle, cuantos tenían plagas caían sobre él.
Y los espíritus inmundos, al verle, se postraban delante de
él, y daban voces, diciendo: Tú eres el Hijo de Dios. Más él les reprendía
mucho para que no le descubriesen. (Marcos 3: 7-12).
Destrucción del templo y de Jerusalén: la cautividad.
Por lo cual trajo contra ellos al rey de los caldeos, que
mató a espada a sus jóvenes en la casa de su santuario, sin perdonar joven ni
doncella, anciano o decrépito; todos los entregó en sus manos.
Asimismo, todos los utensilios de la casa de Dios, grandes y
chicos, los tesoros de la casa de Jehová, y los tesoros de la casa del rey y de
sus príncipes, todo lo llevó a Babilonia.
Y quemaron la casa de Dios, y rompieron el muro de Jerusalén,
y consumieron a fuego todos sus palacios, y destruyeron todos sus objetos
deseables.
Los que escaparon de la espada fueron llevados cautivos a
Babilonia, y fueron siervos de él y de sus hijos, hasta que vino el reino de
los persas (El imperio Persa gobernó de 539 a 331 a.C.); para que se cumpliese
la palabra de Jehová por boca de Jeremías, hasta que la tierra hubo gozado de
reposo.
Porque todo el tiempo de su asolamiento reposó, hasta que los
setenta años fueron cumplidos.
Más el primer año de Ciro rey de los persas, para que se
cumpliese la palabra de Jehová por boca de Jeremías, Jehová despertó el
espíritu de Ciro rey de los persas, el cual hizo pregonar de palabra y también
por escrito, por todo su reino, diciendo:
Así dice Ciro rey de los persas: Jehová, el Dios de los cielos, me ha dado todos los reinos de la tierra;
y él me ha mandado que le edifique casa en Jerusalén, que está en Judá. Quien
haya entre vosotros de todo su pueblo, sea Jehová su Dios con él y suba. (2 Crónicas 36: 17-23 y Mateo 4: 1-11).
Recordemos que, el imperio Asirio gobernó de 750 a 612 a.C.,
y después el Imperio Babilónico de 612 a 539 a.C., le siguió el Imperio Persa
de 539 a 331 a.C., y después el Imperio Griego liderado por Alejando Magno hijo
de Filipo II de Macedonia (331 a 146 a.C.).
La guerra entre Israel
y Benjamín.
Pero cuando estaban gozosos, he aquí que los hombres de
aquella ciudad, hombres perversos, rodearon la casa, golpeando a la puerta; y
hablaron al anciano, dueño de la casa, diciendo: Saca al hombre que ha entrado
en tu casa, para que lo conozcamos.
Y salió a ellos el dueño de la casa y les dijo: No, hermanos
míos, os ruego que no cometáis este mal; ya que este hombre ha entrado en mi casa,
no hagáis esta maldad.
He aquí mi hija virgen, y la concubina de él; yo os las
sacaré ahora, humilladlas y haced con ellas os parezca, y no hagáis a este
hombre cosa tan infame.
Mas aquellos hombres no le quisieron oír; por lo que tomando
aquel hombre a su concubina, la sacó; y entrado a ella, y abusaron de ella toda
la noche hasta la mañana, y la dejaron cuando apuntaba el alba.
Y cuando ya amanecía, vino la mujer, y cayó delante de la
puerta de la casa de aquel hombre donde su señor estaba, hasta que fue de día.
Y se levantó por la mañana su señor, y abrió las puertas de
la casa, y salió para seguir su camino; y he la mujer su concubina estaba
tendida delante de la puerta de la casa, con las manos sobre el umbral.
Él le dijo: Levántate, y vámonos; pero ella no respondió.
Entonces la levantó el varón, y echándola sobre su asno, se levantó y se fue a
su lugar.
Y llegando a su casa, tomó un cuchillo, y echó mano de su
concubina, y la partió por sus huesos en doce partes, y la envió por todo el
territorio de Israel. (Jueces
19: 22-29).
Fueron todos los que de Benjamín murieron aquel día,
veinticinco mil hombres que sacaban espada, todos ellos hombres de guerra.
Pero se volvieron y huyeron al desierto a la peña de Rimón
seiscientos hombres, los cuales estuvieron en la peña de Rimón cuatro meses.
Y los hombres de Israel volvieron sobre los hijos de
Benjamín, y los hirieron a filo de espada, así
a los hombres de cada unidad como a las bestias, y todo lo que fue hallado;
asimismo pusieron fuego a todas las ciudades que hallaban. (Jueces 20: 46-48).
Y hallaron de los
moradores de Jabes-galaad cuatrocientas doncellas que no habían conocido
ayuntamiento de varón, y las trajeron al campamento de Silo, que está en la
tierra de Canaán. (Jueces
21: 12).
Y los hijos de
Benjamín lo hicieron así; y tomaron mujeres conforme a su número,
robándolas de entre las que danzaban; y se fueron, y volvieron a su heredad, y
reedificaron las ciudades, y habitaron en ellas.
Entonces los hijos de Israel se fueron también de allí, cada
uno a su tribu y a su familia, saliendo de allí cada uno a su heredad.
En estos días no había rey en Israel, cada uno hacía lo que
bien le parecía. (Jueces
21: 25).
Este suceso pasó por una decisión equivocada de un grupo de
personas, que no tenían sabiduría, y ocasionaron
un gran problema en la tierra de Benjamín y a sus pobladores.
Se enfrentaron en una lucha sangrienta los pobladores de
Benjamín por defender a estas personas de esta injusticia cometida, contra Israel, y finalmente, perdieron esta batalla porque no habían tomado una buena decisión.
En resumen, podemos mencionar que, desde que nacemos hasta el lecho de la muerte, constantemente tenemos que estar tomando decisiones en nuestra vida, por lo tanto, debemos de saber que hacer en cada momento, y sobre todo, pedir la ayuda de Jehová Dios para tener éxito en nuestra vida.
Ramón Ruiz Limón, investigador en ciencias de la Salud, Ciencias de la Educación, Psicología y Filosofía de la Ciencia.
Cuitláhuac Ruiz López y Nicol Ruiz Álvarez